Uno de los ingredientes más consumidos alrededor mundo es el queso, solo basta con buscar recetas en internet y ver que la mayoría de ellas tiene queso.
Sin embargo, aunque ya el queso sea sabroso en diferentes versiones, su sabor es incluso más irresistible cuando está derretido o fundido.
La razón por la que el queso derretido es más bueno que en lonchas o pedazos se debe en gran medida a la grasa.
Al derretirse, el queso libera toda su grasa sobre nuestras papilas gustativas y eso, aunque no sea tan saludable, le encanta a nuestro cerebro.
La mayoría de quesos tienen una estructura proteíca de caseína, una proteína que se encuentra en gran cantidad en la leche y, al formarse el queso, se cuaja, rodeando la grasa en su interior.
Como ocurre con todas las proteínas, cuando estas se calientan, pierden su estructura por un proceso conocido como desnaturalización. Es así cuando toda la grasa se libera y crea un gran sabor en nuestro paladar que libera dopamina.
Desde siempre nuestro cuerpo ha evolucionado para consumir alimentos con muchas calorías, pues el cerebro no distingue si esa energía la adquirimos de una forma más o menos sana, solo interpreta que es necesaria para nosotros, así que nos provoca placer para que deseemos comer más.
Por otro lado, la grasa se extiende más uniformemente sobre los receptores de sabor de la lengua, por lo que la experiencia con el queso fundido es aún más agradable.
Ya sea con totopos, pan, o con cualquier otro alimento que se te ocurra, el queso siempre será un buen ingrediente para mejorar cualquier comida.