Si bien desde que somos pequeños se nos inculca a siempre decir la verdad, nuestro cerebro humano es más propenso a mentir. A través de diversos estudios, se ha encontrado que nuestro cerebro no busca la verdad, pues prefiere quedar ''bien''.
Cuando tomamos una decisión, creemos haber pensado en todos los pros y contras, pero se ha demostrado que, normalmente, no sabemos exactamente qué nos ha llevado a tomar esa decisión. De hecho, nuestro cerebro prefiere encontrar las razones después de decidir, justificando nuestros actos una vez realizados.
Además, somos propensos a defender nuestras decisiones por encima de todo, aunque no siempre sean correctas. El cerebro humano está continuamente interpretando la realidad, encontrando una razón de ser para todas las cosas, pero también le da igual si su interpretación es verdadera o no, pues le basta con que una decisión sea satisfactoria y aparentemente buena.
Verdad personal
La verdad no es lo más importante, sino quedarse satisfecho con una explicación más o menos creíble y aceptable para uno mismo y para los demás, aunque no sea cierta. Las estrategias de razonamiento de nuestra especie, no evolucionaron para llegar a la verdad, sino para persuadir a otros de que tenemos razón.
La explicación de esto es que nuestro cerebro es hipersocial y busca afrontar los grandes retos de vivir en sociedad, de convivir con un número elevado de individuos con los que aveces cooperamos y otras veces competimos.
En estas circunstancias, lo habitual es que tomemos decisiones rápidas que nos beneficien a nosotros y a los nuestros, aunque muchas veces tengamos que mentir para conseguir nuestro objetivo.
Si algo de lo que hemos hecho parece poco correcto a ojos de otras personas, nuestro cerebro encontrará una forma de justificarse, con tal de seguir teniendo una buena autoestima.